viernes, 2 de octubre de 2009
Me quiero permitir un lujo
Dentro de unos días se presentara en sociedad otro convention bureau, esta noticia me llega a través de un amigo que me llama para decirme si asistiré a esta presentación (perplejidad absoluta) y que podríamos aprovechar para almorzar juntos, le comento que me informare, pero que independientemente de que pueda asistir o no, el almuerzo esta garantizado.
Hecha la llamada de rigor se me informa que es una presentación cerrada a las empresas que han mostrado su interés en participar, (a mi ni me han preguntado si tengo interés, debo revisar urgentemente ni “status” en el registro).
A partir de este instante, se organiza en mi cerebro una batalla que genera una cascada de preguntas.
¿Un convention bureau se debe crear desde un patronato de turismo con financiación pública?
¿Como es posible que en un destino turístico como es el caso con sesenta receptivos con sede central en el, mas otros cuarenta (receptivos) procedentes de los municipios vecinos, ni siquiera estemos invitados (este es mi caso)?
¿Hay necesidad de crear esta figura (puramente comercial), en un destino que esta sobradamente provisto de empresas privadas al uso?
Podría seguir en el tono de las preguntas, pero no os quiero aburrir.
Por mas vueltas y vueltas que le de, no me entra en la cabeza, que en plena ebullición de las sociedades en red, mas en un destino turístico, tenga que observar con enorme impotencia lo que ocurre en mi ciudad.
A priori podríais pensar que estoy en contra de los “conventions bureaus”, en absoluto, pienso que hay destinos (que carecen de receptivos, o que los existentes no quieran comercializarlos) en los que son muy necesarios incluso muy activos y que aportan beneficios a la colectividad, dinamizando la economía local.
Lo que mas me molesta, es el gasto de dinero publico para beneficio de empresas privadas (siempre los mismos colectivos).
Vivimos en la era de los hechos consumados, al dictado de unos pocos para las mayorías, a las mayorías cualificadas , yo gobierno, tu pagas impuestos, no tienes la palabra, ni te la vamos a conceder, y yo me pregunto, ¿Quién coño son “ellos” para otorgarse la potestad de la concesión?.
Si mi articulo, por un momento os da que pensar que estoy “cabreado” habéis acertado, ante esto me han recomendado “agua” y “ajo”.
Pido disculpas de antemano por el tono empleado, con toda seguridad de dejar este articulo en reposo, acabaría en la papelera de reciclaje y yo podría ahorrarme alguna increpación e incluso algunas miradas de desprecio, hoy me quiero permitir un lujo.
Saludos cordiales desde la Costa Brava
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